lunes, 12 de mayo de 2014

Lunes de mayo

Te despiertas un lunes y te das cuenta de que todo es igual. Te levantas, desayunas, te evades en pensamientos absurdos, te vistes, escuchas esa canción alegre que te da ánimos, te peinas, coges las llaves, abres la puerta y pisas el mundo.
De camino piensas en qué se ha convertido tu rutina y tienes esa estúpida creencia de no poder con un día más, con otro tedioso lunes.
Se te ocurren historias, frases o, simplemente, sensaciones; pero te falta esa hoja sobre la que plasmar cuanto posee tu ser.
La realidad dista en demasía de esa abstracción: matemáticas a primera hora. Está amaneciendo en la ciudad y, en vez de perderte en los colores y olores de la maravilla misma, caminas hacia una serie de números ordenados y fórmulas que prometen una verdad vacía con su tenue hilo de voz.
De pronto piensas: “¿Por qué lo hago? ¿Qué me impulsa a caminar día tras día?” Es entonces cuando recuerdas tus motivos.
Pocos pasos te separan de tu ácida monotonía; queda poco para alcanzar tu meta. Aparece pues ese joven divertido jugando con las olas del mar y ese descanso suave y dulce entre líneas de historias perdidas.
Los días se integran en una eufórica cuenta atrás, puedes hacerlo. Parece que este camino carece de sentido, pero sabes que detrás de todo ello se esconde esa sonrisa compartida y una evocación que acaricia la realidad.

Yo, mientras tanto... seguiré esperando sentado el sonido del primer timbre de un lunes cualquiera de mayo.

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